Enrique Bonne: “Que me recuerden con conga porque fui un gozador”


Casa Dranguet

El sonido del pilón reinaba. El movimiento rítmico de subir y bajar el madero a nadie parecía perturbar en San Antonio del Piloto, Mayarí, locación serrana ubicada en el oriente de Cuba. Solo un hombre tenía la sensibilidad para sentir arte donde los demás veían un tosco trabajo. Enrique Bonne bebió del entorno, absorbió su esencia, descompuso el eco y lo convirtió en notas musicales.

A sus noventa años, a Enrique Alberto Bonne Castillo le llegó su tan merecido Premio Nacional de Música, una ausencia que, sin embargo, nunca hizo mellas en el talento de uno de los compositores más importantes de la historia artística de Santiago de Cuba. El cariño de su pueblo y el agradecimiento de los creadores que hicieron suyos sus textos, fueron el mejor agasajo y refugio.

Ahora se acomoda en su rincón preferido. Habla de la vida, de su vida, su arte, como todo buen…

Ver la entrada original 850 palabras más

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.